jueves, 21 de mayo de 2009

Septima lectura

Los paradigmas de la producción y su impacto en el mercado laboral.

La Revolución Industrial fue el gran paso para el desarrollo de los inventos tecnológicos, la maquinaria y las fabricas. Esto se a podido evidenciar desde que apareció la maquina de vapor hasta las nuevas tecnologías.
La Revolución Industrial origino importantes transformaciones en las relaciones sociales, en el papel de trabajo y en el carácter y composición de las fuerzas productivas, bajo un esquema de conflicto entre patrones y asalariados.

La primacía del factor humano en la producción llevo a buscar su mayor rendimiento, destacándose los aportes de Frederick Taylor, con su organización científica del trabajo, y de Henry Ford, con la línea de montaje, lo que desde entonces se conoce como el modelo Taylor-fordista o la producción en serie.
Toda esta teoría lleva consigo algunas desventajas como son: realización de tareas fragmentadas, simples y repetitivas, trabajo poco o nada calificado; supervisión y controles excesivos, ausencia de toda autonomía entre otros.

Del mismo modo, la racionalización de la producción llevo a considerar al trabajador como un factor más en el proceso productivo.
Es sabido que en esta manera de producir, la eficiencia y la productividad están íntimamente relacionadas y, según la teoría clásica, dependen de la que llevo a una creciente división del trabajo y cualificación del trabajador. Por otra parte, la dinámica de la mecanización implico mayor producción de bienes haciéndose necesario la aplicación de aranceles e impuestos y la producción de un producto único para abaratar costos; también significo aumento del tamaño de las empresas, economías de escala, expansión incesante de la demanda agregada y mayores beneficios.

La protección de los sindicatos, fijación del salario mínimo, las primas por horas extraordinarias, la regulación del trabajo infantil y la protección de los ancianos e inválidos, fueron el resultado de regular las condiciones de trabajo, llevando a las economías industrializadas a un largo periodo de prosperidad.

Sin embargo durante la década de los 60, el ritmo del crecimiento del mundo desarrollado decreció y la lógica del sistema fordista parecía no servir ante las nuevas realidades dando paso al modelo de producción flexible.
Este sistema tomo por sorpresa a sindicatos, gobiernos y grandes organizaciones empresariales. Dicho modelo se considero como el conjunto de prácticas empresariales que se ponen en marcha para adaptar la organización a un entorno cambiante; es la adecuación rápida de la organización ante la viabilidad de la demanda.

Estos cambios han exigido modificaciones en el perfil de las personas pues se contratan aquellas que deben contar con competencias bien definidas, como altas cualificaciones, disponibilidad para movilizarse geográficamente, aceptación de condiciones laborales flexibles en cuanto al horario, lugares, salarios y contratos por proyectos. En tal sentido es necesario que estas personas tengan un aprendizaje permanente y una redefinición de capacidades a medida que cambia la tecnología y así su proceso en la productividad será mucho mejor.

Sin embargo desde esta perspectiva se presenta amenazas ya que el empleo deja de integrarse en un colectivo, deja de estructurar el tiempo cotidiano, semanal anual y las edades de la vida, deja de ser el zócalo sobre el cual cada uno puede construir su proyecto de vida, otra amenaza de la flexibilidad laboral es la perdida de poder de la acción sindical debido a la individualización de la contratación y a la fragmentación de las empresas vinculadas a través de redes.

Nuestro país se encuentra inserta dentro del modelo de producción capitalista. Este sistema se profundiza más durante el siglo XIX y se acelera bruscamente con el inicio y la expansión de la industria petrolera. Es necesario señalar que Venezuela al igual que el resto de los países de América Latina, construyo su proceso de industrialización sobre la base de tecnología extranjera; sin embargo, su principal industria la petrolera se caracteriza por el uso de la tecnología de punta e inversiones importantes en industrias pesadas que la distingue del resto de los países de la región.

En cuanto al trabajo flexible, aunque Venezuela no siguió la misma ruta que otras naciones del continente, no es enteramente ajena a tal proceso, pues en la industria automotriz es notorio el desplazamiento de la fuerza de trabajo hacia el exterior y la tercerización de ciertos servicios y actividades.

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